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Foto do escritorCarlos Benítez Trinidad

La militarización de la política indigenista tras la desaparición de la dictadura: El Projeto Calha

Atualizado: 30 de abr. de 2021


 

Leia a versão do artigo em português (Clique aqui).

La dictadura militar en Brasil dejó bien hilado toda una serie de lógicas de poder, económicas y sociales de las cuales el país aún no se ha recuperado. Las “heridas” causadas por este tiempo convulso siguen siendo evidentes, y parece que cuestan en cicatrizar. Y de todas esas herencias, seguramente entre las más indiscutibles se encuentre la del conflicto de la tierra y la depredación de la misma, pues durante la historia de la dictadura, conflicto centenario en Brasil, fue llevado al extremo. En este escenario, tristemente típico en las regiones interiores, son actores comunes los pueblos indígenas.

La vinculación de la cuestión indígena con el ejército y la seguridad se puede trazar desde los orígenes de Brasil como Estado-nación, pues siempre estuvo en una situación protagónica en la narrativa estatal y en la construcción de la soberanía nacional. Los pueblos indígenas han vivido perennemente en un extraño confín entre una otredad totalmente ajena, como estorbo y como peligro, a los objetivos de desarrollo social y económicos, en los que Europa ocupaba la centralidad, al mismo tiempo que era parte importante de la figura simbólica de la identidad brasileña. Al ser el habitante primordial de las fronteras interiores, esta situación extraña ha sido siempre un quebradero de cabeza para las instituciones y el poder, al querer quitar de en medio como obstáculo molesto y al mismo tiempo proteger como tesoro nacional, al indio.

Por ello, queremos destacar en este artículo la cuestión indígena, que fue siempre una piedra en el zapato de la dictadura militar, pues a causa de esta situación especial en el imaginario brasileño, fue escenario de muchos conflictos políticos durante este periodo.

Especialmente, queremos hablar de cómo la presencia y el poder de los militares no disminuyó un ápice en este tema, tras la caída de la dictadura, sino más bien al contrario, se recrudeció. Esta tendencia se hace evidente con el inicio del llamado Projeto Calha Norte (PCN). Pero ¿Qué es el PCN? Este proyecto fue presentado el mismo año de 1985, aún hoy en día exhibido según la web institucional, como un proyecto de ocupación ante el desafío paranoico que suponían las débiles fronteras amazónicas brasileñas pues ‘Naquela época, se propagava a cobiça internacional sobre as reservas naturais estratégicas do país’. Y que, gracias a él, desde entonces nueve millones de brasileños, entre los que se encuentran el 46% de la población indígena, se han beneficiado de la construcción de carreteras, escuelas, hospitales, puertos, etc. como fruto de la ocupación militar.

Siempre según esta fuente, el PCN tiene como objetivo el aumento de la presencia del poder público en su área de actuación, que es la frontera interior brasileña, pues es una zona débil demográficamente y poco dotada de infraestructuras públicas. Por ello, se piensa así mismo como un proyecto que no solo busca la defensa militar como tal, sino la ocupación de los territorios mediante la asistencia a la desamparada población local. Por supuesto, usando un lenguaje “viejoven” (en el cual se muestran viejos preceptos y nuevas tendencias de pensamiento políticamente correctos), también tiene como objetivo el desarrollo sustentable, la ocupación de los vacíos estratégicos, integración de la población a la ciudadanía, la mejora del patrón de vida, la mejora de la actividad institucional, etc.

Historiadores y antropólogos coinciden en que el PCN fue delineado como un proyecto gestado en el seno de la esencia militar que cristalizó durante la Guerra Fría, sobre todo gracias a la sacrosantos principios de la seguridad nacional. Por tanto, fue el producto final de un proyecto gestado durante los años de la dictadura para proteger el Arco Norte del país para la defensa nacional y la asistencia de las poblaciones locales. Para controlar la llamada área marrón (ausencia de presencia estatal en una zona de baja densidad demográfica) en la que proliferan actividades de contrabando y narcotráfico beneficiados por esta particularidad. Nacido para un mundo bipolar, el PCN se mostró eficaz, ideológicamente, para las incertidumbres de un mundo multipolar (Nascimento, 2005).

Esta fue la idea presentada y que todavía sigue formando parte del proyecto como ideario. Pero la realidad de la situación, como siempre, es bastante mas compleja y esconde un intenso juego de relaciones de poder. Durante los años de gestación del PCN estuvo en la presidencia de la FUNAI Romero Jucá Filho (1986-1988), favorable a todos aquellos actores no demasiado interesados en la defensa de las poblaciones indígenas (desde garimpeiros hasta empresarios o políticos locales). Durante su mandato se llegó a decir que la FUNAI era un organismo subsidiario del PCN, apoyando la aprobación del decreto (nº94.945/87) en el cual la Secretaria Geral do Conselho de Segurança Nacional (CSN) formaba parte de la demarcación de tierras indígena, al mismo tiempo que establecía que los Institutos de Terra Estaduales (ocupados por los lobbies de la tierra) pudieran estar presentes en el proceso (DINIZ, 1994).

El interés en la tierra indígena llevó a que se creara el termino colonia indígena para indígenas “aculturados” que permitía negociar con ellos la explotación minera de sus tierras. Estableciendo niveles de “aculturación” y “civilización” que se creían ya superados, reviviendo la pesadilla de los criterios de indianidade que tanta polémica levantaron a finales de los 1970 en Brasil. El propio presidente de la FUNAI, en una entrevista dada el 25 de septiembre de 1987, declaró abiertamente a favor de minerar las tierras indígenas usando estos argumentos.

El control de las tierras indigenas por el ejercito permitia replantearse las leyes que impedian la explotacion minera de las mismas, muy ricas en minerales, sobre todo la de los yanomami, considerada la ultima gran nación indígena y cuyo estatuto internacional (con gran parte de su población en territorio venezolano) causaba pavor al CSN y a la cúpula militar. En este contexto, como se comentó anteriormente, los organos institucionales se constituyeron en potentes lobbies que presionaban por el cambio legislativo (siempre usando los mismos argumentos de demasiada tierra para pocos indigenas, baja productividad, materia prima desaprovechada, bienes nacionales explotables que eran de todos pero que debían ser explotados privadamente, etc..).

El recrudecimiento del interés en la tierra indígena, la evolución del PCN de un proyecto militar a la defensa de intereses privados y la perpetuación de las lógicas de la dictadura la podemos ver donde el PCN fue probado, la región de Pari Cachoeira en el Alto Rio Negro. Ocurrió durante el año 1987, casualmente en el lugar habitado por indígenas Tukano, que poseían una fuerte movilización política y habían construido una poderosa y bien organizada estructura de líderes (Buchillet, 1987). Estos pretendían que su tierra fuera demarcada como reserva indígena, pero se les fue negado en una reunión entre el secretario general del CSN el General Bayma Denys, el Ministro de Interior Ronaldo Costa Couto y el presidente de la FUNAI de entonces, el ya nombrado Romero Jucâ Filho. Los términos del rechazo fueron los esgrimidos tradicionalmente: era un ataque a la seguridad nacional, aparte, los indígenas, empeñados en proteger sus tierras no dejando pasar a ningún blanco, estaban demasiado aculturados como para seguir considerándose indios. Por ello, al contrario, se les propuso las famosas colonias indígenas que repartían lotes individuales a cada familia, con el consiguiente miedo a ser acosadas para que malvendieran la tierra ¿Dónde estaba la FUNAI? Parecía sometida a los designios del CSN a pesar de haber acabado la dictadura. Como es predecible, los Tukano rechazaron la oferta en una reunión entre organizaciones indígenas ese mismo año. Pero de nada sirvió, y el PCN siguió adelante, teniendo como resultados prematuros el que familias fueran despojadas de sus casas para la instalación de infraestructura militar (A Critica, 01/05/1987).

A pesar de que los indígenas tukano aceptaron, en negociaciones, la implantación del PCN (habían sido siempre indígenas muy abandonados por el proyecto indigenista brasileño y estaban deseosos de recibir ayuda) propuso un futuro incierto para ellos. Para poder continuar, se tuvieron que conforman el ser clasificados con “indios aculturados” y transformar sus tierras en colonias indígenas. Demostrando que a pesar de tener como estandarte la prestación de servicios sociales básicos para las poblaciones indígenas, el PCN se demostró como una máquina de integración forzada que tenía como fin la expropiación de la mayor cantidad posible de tierra, disfrazada de reparto entre las familias, para su venta o explotación privada. La presencia militar pretendía disminuir la presencia de otros organismos que se escapaban al control estatal, al ser zona militar la intervención de la iglesia católica o de activistas indígenas, estaba muy limitada.

“Desse “progresso” tão falado que o PCN deve supostamente levar para a região noroeste-amazônica fica claro que os índios se beneficiaram somente de migalhas, na forma de alguns projetos de desenvolvimento econômico ecologicamente predadores (pecuária, venda de madeira, etc.) e de estruturas de assistência materialmente espetaculares mas tecnicamente inoperantes, destinadas a sedentarizá-los em parcelas menininhas de seus antigos territórios transformadas em Colônias Indígenas e a subtraí-los da influência política da Igreja. Tudo isso ao preço de uma expropriação territorial sem precedente.” (Buchillet, 1987)

Al contrario de lo que se pueda parecer, el Projeto Calha Norte no era muy conocido por la opinión publica por aquel entonces. En él se desarrollaban una serie de escenarios y situaciones vedadas, por la distancia, el aislamiento y el control del ejercito, a ojos criticos (sobre todo antropologos), dejando poco al conocimiento de como ese proyecto afectaba a la poblacion local y al medio ambiente. Aún así fue denunciado y sacado a la luz, sobre todo gracias al trabajo de los padres misioneros del CIMI, y el trabajo incansable de académicos que discutían e investigaban el tema (como es el caso del famoso trabajo del antropologo João Pacheco de Oliveira referido en la pequeña bibliografía al final del artículo). Por ello, el PCN obtuvo una oposición dura y organizada que puso sobre el tablero la realidad de una situación de remilitarización de la cuestión indígena post-dictadura.

Podemos sacar dos conclusiones importantes sobre lo que supuso el PCN por aquel entonces (proyectado a los días actuales). Por un lado, es evidente que el proyecto fue realizado en un primer momento en clave exclusivamente militar con el interés de consolidar la infraestructura estatal en regiones apartadas, y en el que la FUNAI se vió fortalecida en presencia y poder a costa de verse tomada por los militares de nuevo. A partir de 1987 con el cambio de gobierno, pasa a servir como trampolin para los lobbies economicos/politicos que querían explotar la region. La conjunción de la evolución del PCN, como delinean como una de las estrategias que tuvieron las elites militares, politicas y economicas interesadas en la dictadura, para seguir ejerciendo su poder a pesar de la virtual desaparición de la misma. Las caracteristicas que definian el PCN no diferían mucho de las que definían a la dictadura: intereses estrategicos, ocupacion de los vacios, control de las poblaciones indigenas, explotacion economica y seguridad nacional.

Por otro lado, el PCN, como nos resume Eugenio Diniz (1994), se configura como el producto final en el que se consolida la relación interétnica centenaria entre poblaciones indígenas y sociedad blanca. EN esta relación, los viejos imaginarios que hilan las relaciones entre otredades siguen formando parte inseparable de esta. Resumiéndose en en una concepción evolucionista de la cultura humana en la que los indígenas aún están en transición hacia la forma definitiva civilizada (social, cultural y económicamente) o la simplificación de la distinción étnica basada en un puñado de características folclorizadas que definían quien pertenecía a esa forma civilizada definitiva o no (arma potente que no solo sirve para dotar de legitimidad a un paternalismo depredador, si no que podía despojar de identidad étnica a quienes eran juzgados arbitrariamente como civilizados o, aún más despectivo, aculturados, y por tanto, apartados de cualquier protección o derecho conquistado). Todo ello sin olvidar el miedo a la revuelta indígena despertando viejos demonios, y otros nuevos como la creación de Estados indígenas independentistas.

A pesar de la dictadura militar haber acabado, la cuestión indígena seguía peleándose bajo los mismos términos que la habían definido durante las dos décadas anteriores. Para las poblaciones indígenas se hacía evidente que la dictadura no se iba a ir fácilmente, o que tal vez se habían creado las bases necesarias para que nunca se fuera, a pesar de los triunfos del movimiento indígena y de los derechos conquistados.

 

Para saber mais:

Eugenio Dinis. Um diálogo de surdos: o projeto calha norte. Lua Nova, São Paulo, n. 34, p. 87-116, Dec. Available from Scielo . access on 3 Dec. 2017.

Durbens Martins Nascimento. Projeto Calha Norte: Política de defesa nacional e segurança hemisférica na governança contemporânea. Tese (Doutorado) – Curso de Doutorado, Núcleo de Altos Estudos Amazônicos, Universidade Federal do Pará. Belém, 2005.

Dominique Buchillet. Pari Cachoeira: o laboratório tukano do projeto Calha Norte. Povos Indígenas no Brasil 1987/88/89/90. Aconteceu especial, 1991, p. 107-115.

João Pacheco de Oliveira (Org.). Projeto Calha Norte, Militares, índios e fronteiras. Rio de Janeiro: Editora UFRJ, 1990.

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